Nuestro planeta está formado por cuatro unidades: la atmósfera, la hidrosfera, la litosfera y la biosfera. La atmósfera es la capa gaseosa que rodea el planeta. La hidrosfera está constituida por los océanos, los ríos, los lagos y las aguas subterráneas. La litosfera es la unidad externa que comprende tanto los continentes como los fondos de mares y océanos. La biosfera, por último, es aquella que alberga a todos los seres vivos. El aspecto físico de la Tierra no ha sido siempre el mismo. Y es que los continentes, las montañas y los océanos no son estáticos, sino que sufren cambios. Estos cambios se deben a la existencia de unas corrientes de flujo internas que mueven las llamadas placas tectónicas.
La hidrosfera
La hidrosfera es la parte de la Tierra que contiene el agua en estado líquido y sólido de la corteza terrestre. Cuando el planeta se formó hace unos 4.600 millones de años, las altas temperaturas mantenían el agua en forma de vapor. Al enfriarse el planeta, enormes precipitaciones formaron los océanos.
El ciclo del agua
El agua es el compuesto más abundante en nuestro planeta (1.400 millones de km3), aunque menos del 1% está disponible en forma de agua dulce. Casi la totalidad del agua se encuentra en los mares y océanos en forma de agua salada (97%). Y aunque el resto (3%) es agua dulce, la mayor parte (2%) permanece en estado sólido en forma de hielo.
El agua puede encontrarse en los tres estados posibles de la materia: sólido, líquido y gaseoso. Los cambios que se suceden en nuestro planeta constituyen el denominado ciclo del agua.
La litosfera
La litosfera es la parte sólida externa del planeta. Tiene poco espesor relativo, unos 100 kilómetros, y está formada por la corteza y la parte más externa del manto.
A su vez, la litosfera tiene distinto espesor y composición en las zonas oceánicas y en las continentales. En las zonas oceánicas la corteza es más delgada, con un espesor medio de 7 kilómetros. Está formada fundamentalmente por rocas de tipo basáltico, con abundancia de cuarzo y feldespatos.
La corteza continental, sin embargo, es más gruesa, pudiendo abarcar hasta 40 ó 50 kilómetros de espesor. Está compuesta por rocas cristalinas, similares al granito, menos densas que las que forman la corteza oceánica.
La litosfera se encuentra fragmentada en grandes placas, las placas litosféricas, que se desplazan como consecuencia de la energía interior de la Tierra, lo que genera muchos fenómenos geológicos. Las tierras emergidas son las que se hallan situadas sobre el nivel del mar, y tan sólo ocupan el 29% de la superficie del planeta.
La atmósfera y la biosfera
La atmósfera es la capa gaseosa que envuelve a la Tierra. En las primeras fases de su formación tenía carácter reductor debido a gases como el vapor de agua, el dióxido de carbono y el nitrógeno que se desprendieron al enfriarse y solidificarse los materiales superficiales del planeta.
Como la atmósfera carecía de oxígeno, las primeras células serían anaerobias. Posteriormente fueron apareciendo microorganismos cuyo funcionamiento desprendía oxígeno y la atmósfera cambió de forma gradual de reductora a oxidante. Se formó la capa de ozono, que protege de las radiaciones ultravioleta de la luz solar, propiciando la aparición de organismos celulares más complejos que, posteriormente, originarían los primitivos organismos pluricelulares.
La biosfera es la capa que engloba todo el conjunto de seres vivos que habitan nuestro planeta, es decir, donde se desarrolla la vida. Su interacción con la atmósfera es constante y también tiene repercusiones importantes sobre la litosfera y la hidrosfera, especialmente debido a la acción humana.
El interior de la Tierra
El interior de la Tierra está dividido en tres capas según los materiales que la componen:
El núcleo: es la parte más interna de la Tierra. El núcleo interior es sólido, probablemente debido a las grandes presiones internas de la Tierra. El núcleo exterior es líquido y está compuesto sobre todo por hierro y níquel.
El manto: es la capa intermedia de la Tierra. El manto es de naturaleza semilíquida y en él predominan el olivino y el piroxeno (silicatos de hierro y magnesio). Esta capa se ha podido estudiar con más profundidad porque de ella procede el magma que aflora cuando un volcán entra en erupción.
La corteza: es la capa más externa de la Tierra. Es sólida y está formada por silicatos ricos en aluminio.
Si tomamos como referencia el radio de la Tierra, las dos partes del núcleo irían desde los 2.900 km de profundidad hasta el punto central de nuestro planeta (6.370 km). El manto se extendería desde una profundidad que oscila entre los 10 y los 50 km, (según el tipo de corteza bajo la que midiéramos), hasta los 2.900 kilómetros.
La hidrosfera
La hidrosfera es la parte de la Tierra que contiene el agua en estado líquido y sólido de la corteza terrestre. Cuando el planeta se formó hace unos 4.600 millones de años, las altas temperaturas mantenían el agua en forma de vapor. Al enfriarse el planeta, enormes precipitaciones formaron los océanos.
El ciclo del agua
El agua es el compuesto más abundante en nuestro planeta (1.400 millones de km3), aunque menos del 1% está disponible en forma de agua dulce. Casi la totalidad del agua se encuentra en los mares y océanos en forma de agua salada (97%). Y aunque el resto (3%) es agua dulce, la mayor parte (2%) permanece en estado sólido en forma de hielo.
El agua puede encontrarse en los tres estados posibles de la materia: sólido, líquido y gaseoso. Los cambios que se suceden en nuestro planeta constituyen el denominado ciclo del agua.
La litosfera
La litosfera es la parte sólida externa del planeta. Tiene poco espesor relativo, unos 100 kilómetros, y está formada por la corteza y la parte más externa del manto.
A su vez, la litosfera tiene distinto espesor y composición en las zonas oceánicas y en las continentales. En las zonas oceánicas la corteza es más delgada, con un espesor medio de 7 kilómetros. Está formada fundamentalmente por rocas de tipo basáltico, con abundancia de cuarzo y feldespatos.
La corteza continental, sin embargo, es más gruesa, pudiendo abarcar hasta 40 ó 50 kilómetros de espesor. Está compuesta por rocas cristalinas, similares al granito, menos densas que las que forman la corteza oceánica.
La litosfera se encuentra fragmentada en grandes placas, las placas litosféricas, que se desplazan como consecuencia de la energía interior de la Tierra, lo que genera muchos fenómenos geológicos. Las tierras emergidas son las que se hallan situadas sobre el nivel del mar, y tan sólo ocupan el 29% de la superficie del planeta.
La atmósfera y la biosfera
La atmósfera es la capa gaseosa que envuelve a la Tierra. En las primeras fases de su formación tenía carácter reductor debido a gases como el vapor de agua, el dióxido de carbono y el nitrógeno que se desprendieron al enfriarse y solidificarse los materiales superficiales del planeta.
Como la atmósfera carecía de oxígeno, las primeras células serían anaerobias. Posteriormente fueron apareciendo microorganismos cuyo funcionamiento desprendía oxígeno y la atmósfera cambió de forma gradual de reductora a oxidante. Se formó la capa de ozono, que protege de las radiaciones ultravioleta de la luz solar, propiciando la aparición de organismos celulares más complejos que, posteriormente, originarían los primitivos organismos pluricelulares.
La biosfera es la capa que engloba todo el conjunto de seres vivos que habitan nuestro planeta, es decir, donde se desarrolla la vida. Su interacción con la atmósfera es constante y también tiene repercusiones importantes sobre la litosfera y la hidrosfera, especialmente debido a la acción humana.
El interior de la Tierra
El interior de la Tierra está dividido en tres capas según los materiales que la componen:
El núcleo: es la parte más interna de la Tierra. El núcleo interior es sólido, probablemente debido a las grandes presiones internas de la Tierra. El núcleo exterior es líquido y está compuesto sobre todo por hierro y níquel.
El manto: es la capa intermedia de la Tierra. El manto es de naturaleza semilíquida y en él predominan el olivino y el piroxeno (silicatos de hierro y magnesio). Esta capa se ha podido estudiar con más profundidad porque de ella procede el magma que aflora cuando un volcán entra en erupción.
La corteza: es la capa más externa de la Tierra. Es sólida y está formada por silicatos ricos en aluminio.
Si tomamos como referencia el radio de la Tierra, las dos partes del núcleo irían desde los 2.900 km de profundidad hasta el punto central de nuestro planeta (6.370 km). El manto se extendería desde una profundidad que oscila entre los 10 y los 50 km, (según el tipo de corteza bajo la que midiéramos), hasta los 2.900 kilómetros.
HTTP//www.wikipedia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario